26 de Abril de 2024
Nacional

Autogobiernos, inextinguibles infiernos penitenciarios en la Ciudad de México


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*Autoridades gubernamentales incurren en criminal omisión; los reclusorios están más que sobrepoblados, donde se aplica la Ley del Garrote y la venta de drogas que con toda impunidad, los mismos internos sirven de “mulas” para la distribución de toda clase de enervantes; quien chivatee es hombre muerto

| Ciudad de México | 05 Dic 2021

Se debe considerar que el autogobierno en el sistema penitenciario a nivel mundial, es un fenómeno muy extendido, sobre todo en Latinoamérica, que da cuenta de cómo bandas delictivas altamente sofisticadas y organizadas, le disputan al propio Estado —muchas veces con éxito—, el manejo real de las prisiones, donde yacen inextinguibles infiernos tras las rejas de la Ciudad de México, practicándose la corrupción y la injusticia referente a la aplicación “clandestina” de la Ley del Garrote.

Penitenciarías, reclusorios o separos judiciales son los centros de la “universidad del crimen”, por lo que infinidad de internos —entre buenos y malos— han revelado diversos sistemas y métodos para castigar severamente a quienes ya purgan sentencias por años o de por vida.

A este reportero le fue enviada una denuncia que por su propia delicadeza y dimensión, conforme a los Artículos 6º. y 7º.
Constitucionales, se reserva el derecho a revelar la identidad de los quejosos, quienes acusan de la crueldad del gorilato que pervive entre custodios contra internos, y viceversa, incurriendo en la Ley de Servidores Públicos, así como el número de cuentas bancarias donde van acumulando la riqueza generada por el propio crimen organizado tras las rejas, protegidas por las propias autoridades.
Acusan que César Avellaneda Figueroa, coordinador del dormitorio 10 del módulo de máxima seguridad del Reclusorio Preventivo Varonil Oriente, y conocido como “la mamá del Módulo”, junto con varios cómplices y armados con toletes en mano, abusan de todos los internos porque están protegidos por las autoridades penitenciarias.

Si bien magistrados penalistas y civiistas coinciden que “la existencia de los penales en el mundo son males necesarios” obligándose a ejercer el Derecho en toda su plenitud, el autogobierno carcelario ha creado, asimismo, sus “leyes justas”, “la ley del más fuerte…” y “la ley del talión…”

“Obligan a internos débiles que se arrastren para limpiar las habitaciones donde pernoctan los presos poderosos; son bañados en coladeras donde hay todo tipo de suciedades infecciosas, al grado de echarles cubetadas de excremento en la cabeza.

“Esto —añade la denuncia— para quien no quiera ser humillado de esta forma, debe pagar desde los 500 pesos hasta los 5,000 pesos”, agregando también que después de todo el día, los tienen arrastrando por el cinturón, o sea, por las áreas verdes de los módulos, así como también tienen en las celdas a personas ejerciendo la extorsión. Las cárceles mexicanas no son centros de readaptación social como lo estipula la Constitución y los Códigos Penales, sino escuelas del crimen.

Las celdas donde opera el crimen interno del Oriente, sobresalen las zonas 2-4, 2-5, 2-12, la zona 1-4 y 1-9, la zona 3-10 y la zona 4-11. La mano derecha del crimen carcelario se le identifica con el nombre de Julio Lugo “N”, alias “El Cabazorro”, quien es el encargado de los depósitos de las extorsiones.

En este sentido, la riqueza de ese dinero sucio, que finalmente es lavado en instituciones bancarias, es depositado en cuentas crediticias —no se revelan las instituciones— con la utilización de una perfecta ingeniería de lavadores que son identificados como nombres-titulares de las mismas.

5264 2468 1072 3089 —a nombre de Alejandra García;
4915 6630 7832 6163 —a nombre de Gilberto Rosales; y
4915 6630 7353 0975 —a nombre de Lidia Miranda.

Así como también la banda de internos coludidos con custodios, poseen otras cuentas para el Área de Castigo, ya que se les cobra hasta el 40% por un depósito, así como también el interno César Avellaneda Figueroa, quien tenía bajo su custodia las llaves para entrar y salir a la hora que a él quisiera de las zonas confinadas, hasta llegar a los panales de segregación para reos peligrosos.

En ese patético sitio cobraba los depósitos, vendía droga como mariguana, piedra y cocaína; él se encarga de empapelar, pesar y repartir, además de que la droga la escondían, siendo enterrada en prados adyacentes cuando llega una revisión por parte de supervisores para que no las hallaran y fincaran responsabilidades penales.

Los sobrenombres de algunos de los vendedores y los números de zona donde viven los vendedores de todo tipo de estupefacientes, son señalados como “El Güero” (1-7), “El Bala” y “El Panqué” (3-13).

La logística de lavado de dinero en reclusorios es muy extensa, algunos internos sirven como “mulas” para hacer llegar y traer drogas por todos los penales. En las aduanas por donde se entra a los reclusorios, la corrupción de custodios es evidente, haciéndose de la vista gorda cuando introducen cargamentos de enervantes. El clandestinaje carcelario ha sido tan redituable para internos y custodios corruptos que todo lo manejan a través del sistema electrónico bancario.

Un ejemplo de ese tipo de triangulaciones, “si no tienen dinero los internos para comprar vicio o comida, y que para ser objeto de ese ‘beneficio’, los números de las cuentas bancarias se las proporcionan a sus familiares para que a su vez hagan los depósitos por ‘los buenos servicios’, evitando el apandamiento o las golpizas de sus presos; quienes piden prestado les cobran el 40% o 50% de intereses”, revelaron.

El extremismo mediático publicitario también se ha presentado en los medios de comunicación. En fecha del 17 de agosto del año 2016, la televisión mexicana daba cuenta en un reportaje que se intituló “Graduaciones del Infierno” en el Reclusorio Varonil Norte, del Sistema Penitenciario de la capital de la República; se acusó de corrupción y violación a los derechos humanos, al custodio Marco, quien ante esas gravosas impugnaciones, el gobierno se vio obligado en promoverlo a otro centro “mientras se enfriaba el escándalo”.

“Ese pinche Marco te daba con el tolete directamente en la cabeza tirando a matar…, los demás custodios, con los palos…”, narraría un interno apodado “El Chino” en entrevista con Imagen Televisión, por lo que, en este sentido, la Comisión de Procuración e Impartición de Justicia de la Segunda Legislatura del Congreso de la Ciudad, admitió que las cárceles en México “son auténticos infiernos”.

No obstante que…, “eso de pegarle a los internos, se meten uno en broncotas…”, reconocen custodios de la delicadeza en el ejercicio de esos incidentes que prácticamente no han cambiado mucho las cosas, desde que Hazael Ruiz fue removido de la Subsecretaría del Sistema Penitenciario, aunque sigue en la dependencia.

Enrique Serrano, quien era director del Reclusorio Norte, ocupa el puesto de forma interina, pese a que este servidor público, también tiene denuncias en su contra promovidas por custodias agraviadas quienes se han quejado de acoso sexual, maltrato laboral y amenazas de muerte. En su lugar, fue nombrado su brazo derecho Roberto Moya González, esperándose el cobro de facturas pues la cabeza del tal Marco, nuevamente pende de la cuerda floja.

En medio de todo este escándalo generado por funcionarios carcelarios, el director del Reclusorio Norte de ese entonces, Rafael Oñate Farfán, presentaría su renuncia de forma irrevocable, tres semanas después de haberse difundido una serie de reportes relacionados con la operación del crimen desde ese penal.

Trascendió que la renuncia de Oñate fue a petición del subsecretario del Sistema Penitenciario de la capital, Hazael Ruíz, así como de la suspensión del subdirector de seguridad del RENO, Mario Márquez López.

Ante esta coyuntura que se presentó en su tiempo, al custodio Marco le benefició estos cambios, incluso su cinismo se hizo patente porque la Subsecretaría del Sistema Penitenciario de la CDMX lo sobreprotegió y años más tarde lo regresó al Reclusorio Norte. “¡Vaya arbitrariedad entre desvergonzados de los tres niveles de gobierno!”, afirmaron.

Recordaron que Marco siempre ha sido un custodio común y corriente, que jamás ha sido ascendido por su “iniciativa”, “inteligencia” o grados académicos que le mereciera promoción alguna, sino que gracias a su figura regordeta, bigote y mal encarado, enchamarrado con la insignia de la bandera mexicana, cualquiera presumiría que pudiese ser el jefe de custodios, pero no. Sin embargo, solo de verlo hasta miedo da, acusaron familiares de internos.

El recluso Julio Lugo sigue siendo el “cerebro” que se encarga de atesorar todo el dinero con un aproximado de 150 mil pesos a la semana, por la venta de drogas y extorsiones, así como también vender tarjetas telefónicas Mastel a 125 pesos, cuyos distribuidores logran obtener ganancias de 20 pesos por unidad.

Lugo pernocta en la zona 2-3, y se apoyaba con el coordinador del dormitorio que estaba a cargo el reo César Avellaneda Figueroa, siendo compadre del comandante Édgar Barrios Reyes, Jefe de Seguridad (actual) del Reclusorio Varonil Oriente.

Después de que entrara con un gafete apócrifo para realizar una visita clandestina al Módulo de Seguridad del Reclusorio Varonil Oriente la señora Claudia Lili Maldonado Pérez, se entrevistó con el interno Alejandro García García, sentenciado por homicidio; éste se suicidio tras darle muerte a quien fuera su pareja, aparentemente por motivos personales. La pareja se encontró sin vida en uno de los cuartos de visita íntima del Módulo de Seguridad del citado reclusorio, careciendo del permiso correspondiente para estar en ese lugar. Como medida precautoria, el reo Avellaneda fue trasladado a otro Centro Penitenciario para evitar todo tipo de problemas.

Es tan redituable el consorcio carcelario de la Ciudad de México, que hasta las mismas autoridades bajo la influencia de internos, han convertido estas universidades del mal, en casi “hoteles de lujo”, y en la caja chica del Gobierno de la Ciudad de México.

Los internos pudientes cuando caen en desgracia al perder su libertad por equis delito, tienen el acercamiento con los altos mandos del cuerpo de custodios para que les otorguen “mayores comodidades a los nuevos inquilinos”, quienes ordenan que sean modificadas las celdas a su conveniencia, como quitarles las planchas de cemento donde duermen otros internos. El “confort” se localiza en las celdas acondicionadas bajo los numerales 1-6, 1-9, 2-1, 2-2, 2-3, 2-4, 3-11 y 3-13, entre otras.

La clandestinidad también tiene su “imagen”. Se descubrió que existe la también llamada Asociación de Internos “democráticos” de los Reclusorios de Prevención Social de la Ciudad de México, con la ayuda de personas externas, para reportar irregularidades que diariamente se registran en esos establecimientos del crimen.

Asimismo, todas esas celdas son compartidas para sus “chavos”, figurando “César”, el coordinador de la celda 2-1, quien hasta cuenta con una ¡caja fuerte incrustada en la pared!

“El Charly” de la celda 2-2; “El Gustavo” de la celda 2-4; “El Carlos” de la celda 2-5; “El Flama” de la celda 2-9; ”El Zorro” de la celda 2-12; “El Bolitocha”, de la celda 2-12, quien por cierto, es el “cocinero de la droga”.

“El Peri” de la celda 1-4, se encarga de portar las navajas para cualquier “emergencia”; y “El Bachas”, de la celda 1-9, se dedica a las extorsiones.

Los internos del Dormitorio 10-Módulo de Máxima Seguridad del Reclusorio Varonil Oriente, solicitaron el auxilio de la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheimbaun, “porque todos los internos del Módulo están temerosos por su integridad física y mental, ya que ningún recluso o con la ayuda de ciudadanos externos que llegue a hacer cualquier tipo de acusaciones y denuncia, son perseguidos y golpeados salvajemente hasta dejarlos inconscientes o moribundos”, puntualizaron.

Los autogobiernos, en síntesis, son inextinguibles infiernos penitenciarios de la Ciudad de México, formando todo un tinglado donde las autoridades gubernamentales incurren en patibularia omisión; los reclusorios están más que sobrepoblados, donde se aplica la Ley del Garrote y la venta de drogas que con toda impunidad, los mismos internos sirven de “mulas” para la distribución de enervantes.

Pese a los constantes reportes de los internos que se ventilan en los medios de comunicación, la Comisión Nacional de Derechos Humanos, y la de la Ciudad de México, “no sirven para nada”, ya que son consideradas como “elefantes blancos” de un sistema de gobierno fallido y putrefacto, que aun teniendo en sus narices la raíz de inagotables violaciones, tras bambalinas siguen cometiéndose asesinatos que quedan en el paraguas de la impunidad, gracias al fenómeno de la Oclocracia de la izquierda encabezada por el presidente Andrés Manuel López Obrador.

Reportero Free Lance *
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