18 de Mayo de 2024
Nacional

Deplorable papel de México en el Concierto de las Naciones


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*El penalista Alberto Woolrich Ortiz glorifica la nobleza de un Ministro Honorable en la carrea judicial, con aquellos ministriles que actúan de forma lastimosa *Evoca la memoria de Don Salvador Mondragón Guerra

| Ciudad de México | 04 Ene 2022

La Academia de Derecho Penal del Colegio de Abogados de México A. C., hizo un llamado a los tres niveles de gobierno, aplicarse a respetar la Ley Suprema y conducirse con honestidad con base a los Códigos de Ética, en estos momentos en que la Cuarta Transformación del presidente Andrés Manuel López Obrador, sigue pulverizando las legislaciones que sustentan a México como una República independiente, soberana e institucionalmente democrática.

Si bien las Barras de Abogados considerar que es “deplorable el papel que viene presentando México en el Concierto de las Naciones”, evocó a un prohombre de las leyes mexicanas y más allá de las fronteras, distinguiéndose como un Ministro Honorable que con su ejemplo y tenacidad en la defensa del Estado del Derecho, hoy contrasta con ese conjunto de ministriles que deploran el campo de la justicia no solo a nivel nacional, sino ante el Concierto de las Naciones.

El penalista Alberto Woolrich Ortiz, en su calidad de presidente de la mencionada Academia, hizo una sucinta reseña de esa lumbrera del Derecho que a la distancia de su desaparición física, su legado es vigente, que con el paso del tiempo, lo agranda debido a sus ejemplos y enseñanzas académicas.

Woolrich, detalla: “Corría el año de 1967 cuando uno de los más prestigiados ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Don Salvador Mondragón Guerra con su gran sabiduría, ilustró a sus estudiantes diciendo: ‘Es difícil hacer acatar las leyes a los hombres enriquecidos (Difficillimum est homines amplissima fortuna didatus legians continere)’, por lo que sobra decir que dicho catedrático de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México, ha sido el funcionario prohombre, uno de los más probos de ese Palacio de Justicia.

“Don Salvador nació en el Estado Libre y Soberano de Querétaro en cuyas calles y añejos inmuebles se da fe no solo de la belleza natural, sino de la serena sobriedad de la morada de nuestra Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

“Conocí a Don Salvador en las aulas universitarias, cuando en compañía de mis inolvidables compañeros de generación, ahora entrañables amigos de la justicia, nos deleitábamos con absorber y adquirir cultura de sus conocimientos.

“En sus cátedras se cumplían las más estrictas normas del protocolo universitario, todos sus alumnos lo venerábamos como símbolo de toda la entrañable honestidad que tenía que prevalecer en el entorno de procuración e impartición de justicia. En sus enseñanzas Don Salvador nos preguntaba: ‘¿Qué quieren saber?’ A lo que de inmediato en conjunto le respondíamos: ‘Todo’.

“El sabio y honorable ministro nació con la Revolución que dio origen a nuestra Constitución Política que tanto reverenciaba y defendía, siempre a sus alumnos nos ilustraba diciendo: ‘Lo que les voy a expresar es el cimiento de la historia verdadera que debe de prevalecer en ustedes para el bien de nuestra justicia, de nuestra Carta Magna y nuestro México. Exijo que aprendan que ‘cualquier fenómeno de corrupción es indignante, pero los fenómenos de corrupción en la justicia son vergonzosos, indignantes, criticables y reprobables.

“La justicia es el principal sostén de la soberanía del Estado, en su ámbito se ejerce el control y constitucionalidad de las leyes y actos de autoridad, por ello es imprescindible que los señores agentes del ministerio público, fiscales, jueces, magistrados y ministros, honren la toga que se les impone, que la porten con decoro y honor, para con ello enaltecer la función de la justicia, de no ser así nuestro México perecerá’’, aseveró.

El prestigiado Jurisconsulto, destacó que “sus enseñanzas como tesoro, hoy se guardan en aquellos que fuimos sus oyentes; ese caudal de conocimientos, esa riqueza educativa es lo que hará cambiar el destino de la procuración e impartición de justicia en México”.

Asimismo, cuestionó: “¿Qué pasa ahora con nuestra justicia, con nuestro México cuando Don Salvador, ya no vive?

“¡Qué lamentable resulta que en un personaje de tan gran estirpe como Don Salvador Mondragón Guerra no haya enseñado todo ello a actuales ministriles de justicia; qué lamentable que ese queretano de abolengo no hubiera recibido los honores que bien merece por parte no solo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación —la cual está obligada—, sino de México entero!”

¿A quién le importan sus enseñanzas? —insistió el penalista Woolrich— en esta época de apabullante corrupción en todos nuestros recintos de justicia; es cierto que esos ministriles no fueron sus alumnos por ello no aplican esos excelsos conocimientos.

Sin embargo —subrayó— la Academia de Derecho Penal del Colegio de Abogados de México, que agrupa a simples togados mexicanos, desde este sitial exigimos que acaten la ley esos ministriles enriquecidos. “¡Es cuanto…!”, concluyó el abogado Alberto Woolrich Ortiz, presidente de la Academia de Derecho Penal del Colegio de Abogados.

Avatares desde su niñez

La vida del Ministro Salvador Mondragón Guerra ha sido fecunda en muchos sentidos. Tras haber sorteado numerosos avatares en su niñez, entre los que destacan los motivados por la Revolución Mexicana, supo abrirse camino en un país que apenas se introducía a la modernidad. De su natal Querétaro partió a la capital de la República, donde concluyó con honores sus estudios profesionales en la Escuela Nacional de Jurisprudencia. Su definida vocación lo condujo a impartir justicia.

A los 34 años de edad, ya era Magistrado del Tribunal Superior de Justicia del Distrito y Territorios Federales, del que dos años después sería presidente. Esta circunstancia lo posicionó como candidato idóneo para la máxima magistratura.

Sus méritos le valieron, primero, el nombramiento de Ministro Supernumerario de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en 1968 y, dos años después, de Numerario, desempeñándose hasta 1979 en la Tercera y Cuarta Salas del Alto Tribunal, las cuales presidió en momentos distintos.

Don Salvador Mondragón Guerra nació para la función judicial, su gestión como Juez, Magistrado y Ministro, fue totalmente ejemplar.


Carrera Judicial

Ministro jubilado Salvador Mondragón Guerra (1909-2015)

Nació en la ciudad de Querétaro, Querétaro, el 17 de abril de 1909.

Realizó sus estudios primarios en los Colegios de Don Luis Hernández, Anaya y Benjamín Campa, y los de preparatoria en el Colegio Civil del Estado de Querétaro.

Cursó la carrera de Derecho en la Escuela Nacional de Jurisprudencia de la Universidad Nacional de México, donde obtuvo el título profesional.

Impartió la cátedra de Derecho Mercantil durante veinticinco años en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), obtenida mediante examen de oposición en el que se le otorgó Mención Honorífica, y por diecinueve años impartió la misma asignatura en la Facultad de Comercio y Administración de la propia Universidad; cátedra que también sustentó en la Universidad Iberoamericana (UI).

En el Instituto de Especialización Judicial, ahora Instituto de la Judicatura Federal, Escuela Judicial, fue Catedrático de Amparo Directo en Materia Civil. En el Centro de Estudios Judiciales del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal, hoy Ciudad de México, fue Profesor de Garantías y Amparo.

Fue Representante de la Universidad del Estado de Querétaro en la Asociación de Universidades e Institutos de Enseñanza Superior. Fue Conferenciante sobre materia de Amparo en diversos estados de la República.

Fungió como Miembro del Consejo Consultivo de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Fue autor de los Proyectos del Código Civil, del Código de Procedimientos Civiles y de la Ley Orgánica de los Tribunales del estado de Querétaro, aprobadas por la Legislatura del Estado, y revisor del Proyecto de Ley de Quiebras enviado a la Cámara de Diputados.

Fue designado, por la entonces Secretaría de Industria y Comercio, miembro de la Comisión Redactora del Proyecto de Código de Comercio. Fue integrante de la Comisión que revisó y propuso las modificaciones al Código Civil y de Procedimientos Civiles del Distrito y Territorios Federales.

En 1996, el Colegio Nacional de Abogados le confirió la presea "Honor al Mérito Judicial", y en 1997 la Asociación Mexicana de Abogados le otorgó la presea al Mérito Jurídico "Miguel Alemán Velasco".

Fue Presidente del Comité de Normas de la Procuraduría de Justicia del Distrito Federal. Inició la carrera judicial el 13 de enero de 1935, al ingresar, como Secretario de Acuerdos del Ramo Civil, al Juzgado Mixto de Primera Instancia del Partido Judicial de Villa Álvaro Obregón, Distrito Federal. En 1936 fue Juez Ejecutor del Propio Juzgado.

De 1937 a 1942 se desempeñó en el Tribunal Superior de Justicia del Distrito y Territorios Federales como Secretario Auxiliar, Actuario de la Quinta Sala, Primer Secretario de Acuerdos de la Cuarta Sala, y en 1941 como Juez Decimosegundo de lo Civil.

En 1943 fue designado Magistrado del citado Tribunal, del cual resultó elegido Presidente en 1945. En 1956 ingresó al Poder Judicial de la Federación como Magistrado de Circuito adscrito al Primer Tribunal Colegiado del Primer Circuito, con sede en la Ciudad de México.

En 1968, el Presidente de la República, Gustavo Díaz Ordaz, lo nombró Ministro Supernumerario de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, quedando adscrito a la entonces Sala Auxiliar.

A partir de 1970 asumió el cargo de Ministro Numerario. Obtuvo su jubilación el 17 de abril de 1979. Falleció el 18 de agosto de 2015.



Reportero Free Lance*
Premio México de Periodismo Ricardo Flores Magón-2021
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